ASOCIÉMONOS CON LOS HUMILDES
La tendencia natural de los hombres es a codearse con la flor innata de la sociedad. En cada corazón está el deseo de asociarse con aquellos que son influyentes, poderosos, ricos y aristócratas. Con aquellos que ocupan cargos importantes en los puestos de trabajo, estudio, o en el gobierno, y mucho mejor si son los dueños de la empresa o los gobernantes de un país. Este deseo de codearse con los más influyentes, también es claramente visible dentro de las congregaciones cristianas, ya que algunos miembros de la iglesia solo buscan relacionarse con las autoridades de la iglesia como son los diáconos y el equipo pastoral. Este deseo de solo asociarse con los más influyentes de la sociedad o de la iglesia, es contrario a la voluntad de Dios tal como lo recalca el apóstol Pablo: “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.” Romanos 12:16 RVR.
Sin duda, es importante tener entre nuestros contactos a personas que sean influyentes o que tengan algún grado de poder, ya que en algún momento determinado podemos acudir a ellos en busca de su ayuda, pero nuestro enfoque no tiene que ser solo codearnos con esta clase de personas, sino también entablar amistades con las personas más humildes de la sociedad, pudiendo ser para ellos en algún momento sus contactos dentro de sus agendas. Como siervos de Jesucristo, nosotros debemos ser los influyentes para las personas humildes y pobres de la sociedad, debemos asociarnos con ellos para extenderles nuestras manos cuando podamos, no solo con los humildes de nuestras congregaciones, sino también con los que todavía no han reconocido el Señorío de Jesucristo en sus corazones ya que, al entablar una sincera amistad con ellos, podremos dirigirlos a la aceptación del mensaje de salvación y vida eterna.
También debemos recordar que cuando Jesucristo estuvo en este mundo, no se asoció con las personas poderosas de su tiempo, sino que casi siempre entabló una amistad con las personas pobres y humildes de la sociedad. Jesucristo no buscó la ayuda de los poderosos para compartir su mensaje de salvación, sino que buscó la ayuda de personas humildes. Jesucristo no se relacionó con los emperadores, reyes, o gobernantes, ni tampoco con los líderes religiosos de su pueblo, sino que más bien se asoció con las personas pobres, enfermas y aisladas por la sociedad de ese entonces. Se asoció con ellos para saciar sus necesidades tanto físicas como espirituales. Teniendo este ejemplo de nuestro Señor, no busquemos entablar amistades solo con los poderosos, sino también busquemos entablar amistades con las personas humildes, y así reflejar el amor de nuestro amado Señor.